El precio de la libertad

El hecho permite crear un texto como una especie de crónica de vida y muerte,o configurar un relato literario sobre la base de un acontecimiento real dramático,visto y oído...
Un vecino encariñado con la crianza de peces tropicales de vistosos colores,de dos perros de raza,de una gata que suele pasar a mi patio de vez en cuando buscando otros cariños,y de una policromática avecilla también oriunda de zonas tropicales,hasta este minuto ignora qué sucedió a su bello pájaro,pues me consta que no estaba en su casa cuando ocurrió lo que me tocó presenciar,y que paso a narrar...
Estaba en mi escritorio leyendo un libro sobre asuntos ecológicos...,era una tarde de sol brillante, y a cada cierto momento miraba a través de la ventana el verde pasto que en el patio ha crecido muy generosamente,las flores y los árboles y sus frutos ya en evidencia primaveral. 
Todo era paz,claridad solar y policromía...hasta que...un golpe en el ventanal, casi en mis oídos, hizo que dejara la lectura.Vuelo y salto..., nada más que un rayo felino y tan sólo un  agudo pío..., y una presa emplumada:amarilla,verde,celeste...,algo así como del tamaño de una tórtola silvestre atrapada sin salida.
Casi al instante...,nunca tan felino como la gata,surgió en mí el primer ¿ Qué hacer... ? Pensé que aún podía salvar al cándido emplumado.Corrí al refrigerador en el qué todavía quedaba la mitad de un pollo,creyendo que esa oferta podía ser una tentadora opción para la felina cazadora.Me acerqué con todo el cariño y la bondad del mundo,confieso mi actitud casi piadosa,de ruego.
Pero ningún otro manjar era tan preciado para ella como el que ya estaba en sus fauces.Con seguridad había sido esperado con la paciencia que tienen los que saben esperar...Aprendí que la paciencia es una virtud.
El descuido del vecino fue fatal.Ninguna jaula ni prisión aseguran para siempre la pérdida de la libertad.La fuga es una opción justa,porque la libertad es un instinto,una condición inherente del animal y también humana.Ningún carcelero es invulnerable.También hay circunstancias en las que la libertad tiene su precio...
Entonces...,surgió mi segundo y final ¿ Qué hacer...?,y si decir al vecino lo ocurrido. Será mejor decir nada,ni menos contar detalles de la tragedia.Tal vez piense que su apreciada avecilla emprendió vuelo de regreso a sus tierras, o que en las nocturnas horas duerme en alguna arboleda disfrutando de su anhelada libertad.
A veces sea mejor ignorar que saber ...
Carlos Poblete Avila
Profesor de Estado

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